12 diciembre, 2011
La bodega vallisoletana alcanza su madurez presentado, por primera vez, sus mejores vinos de pago de la excelente añada 2009, que muestran la plenitud de su terroir.
Qué mejor que el vanguardista restaurante de Ramón Freixa, en Madrid, para dar a conocer la feliz coincidencia de una añada como 2009, donde los cuatro varietales de los cuatro mejores pagos alcanzaron la excelencia. Mientras la Tempranillo y la Syrah son más regulares en esta comarca del Duero, la Cabernet Sauvignon y la Petit Verdot se comportan como auténticas divas, que tan solo una añada de cada lustro, consiguen su plena madurez expresiva.
Arropado por el equipo humano de la bodega, con su director general Enrique Valero a la cabeza, estaba Ángel Anocibar (director técnico), que ya nos sorprendió durante el aperitivo con su novedoso vino blanco Abadía Retuerta Le Domaine (del mismo nombre que el exclusivo restaurante que han abierto en su hotel de lujo en la Abadía del siglo XII); un vino maduro, complejo y con amplitud de boca, elaborado un 80% de Sauvignon Blanc y un 20% de Verdejo, que madura durante 10 meses en barricas de roble francés con sus lías finas. Un estilo que prestigia los blancos españoles.
La bodega comenzó su andadura en 1991 con la plantación de distintas parcelas de viñedo, que suman en la actualidad 250 hectáreas, y en 1996 se construyó la bodega, año en que vieron la luz los primeros vinos de Abadía Retuerta. A las viñas se las ha ido educando hasta conseguir que se regulen de forma natural, en un lugar como el valle del Duero, de fríos inviernos, veranos muy secos, y suelos pobres, donde los bajos rendimientos fluctúan entre 4.000 y 4.500 kg. de uvas por hectáreas, que redundan en una mayor concentración de sabor.
Ángel Anocibar cuenta con el asesoramiento técnico del francés Pascal Delbeck, enólogo de los Châteaux Ausone y Belair, gran experto de vinos de terroir. Y ese es el objetivo fundamental en los vinos de pago de la bodega, expresar con un estilo moderno e innovador su origen: el placer de lo insólito.
La filosofía de los vinos quedó clara durante la comida; en palabras de Ángel Anocibar: “lo importante es la boca del vino, largos y con frescura, sin fuegos de artificios aromáticos, ni la fogosidad de la barrica de moda. Vinos con tipicidad, florales, y que envejecen bien, desarrollando notas especiadas”. Vinos para comer y disfrutar sin absurdos alardes.
Los protagonistas fueron los cuatro vinos de pago de la añada 2009, que hicieron su aparición en la mesa entre los sabrosos y delicadas elaboraciones de Ramón Freixa.
Pago de Negralada 2009 (nobleza española): elaborado con uvas de Tempranillo de viñas de 20 años, plantadas en un suelo profundo de gravas, cuyos vinos maduran durante 18 meses en barricas nuevas de roble francés. Un vino seductor, carnoso, amplio y vivaz, de buen carácter, idóneo para comer por su grata sensación de placer.
Pago Valdebellón 2009 (tradición y modernidad): de profunda intensidad visual, como corresponde a un tinto poderoso de Cabernet Sauvignon, que ha madurado 22 meses en barricas de roble francés. De gran personalidad aromática, donde despliega notas de tomatera y cerezas al licor, de carácter maduro pero no exento de vivacidad, por su nítido tanino y buena acidez, y posee una gran concentración y carnoso cuerpo.
Pago Garduña 2009 (serena elegancia): un vino pletórico de la variedad Syrah, que tan bien se ha adaptado a esta región del Duero, y que aguanta a la perfección 18 meses de crianza en barricas de roble nuevas, sin que la madera haga sombra a la explosión frutal del vino, que posee un seductor perfume de violetas y especias. Goloso pero fresco, perfumado y carnoso, muy expresivo, con nervio y con un final muy sensual. Sin lugar a dudas, el favorito de este cronista.
Abadía Retuerta PV 2009 (el placer de los insólito): elaborado con la variedad más exótica entre las bordelesas, la Petit Verdot, es un vino de carácter austero y con perfume otoñal; muy serio, honesto y directo en la boca, sin concesiones golosas, pero con frutas confitadas, perfume de moka y un guiño de café torrefacto, con el encanto de un cuerpo firme pero con un final de boca cálido y sedoso, apto para sibaritas.
Juan José Abot, durante muchos años el alma mater de la bodega, resumió la jornada con una deliciosa frase: “el vino es un actor de los mejores momentos de nuestra vida”, y así lo vivimos en esta armónica puesta de largo de los Pagos de Abadía Retuerta 2009: vinos destinados a dar placer.
Jesús Bernad