20 junio, 2025
Madrid es cada día más cosmopolita en la propuesta de vinos del mundo, […]
Madrid es cada día más cosmopolita en la propuesta de vinos del mundo, como pudimos comprobar recientemente (16 de junio), en el hotel Villamagna, durante la celebración del salón Festivins, organizado por la distribuidora de vinos internacionales, Vins Des Dieux (los vinos de los dioses).
Vins Des Dieux apuesta por la excelencia de los vinos del mundo y el respeto por las tradiciones vinícolas españolas, francesas, italianas y de otras prestigiosas regiones europeas. Y en Festivins pudimos catar y conocer de primera mano mas de 30 productores, algunos de producciones muy limitadas, que nos ofrecían sus vinos con autentica devoción de padres.
Sin duda los vinos franceses fueron los más representados, en especial pequeños productores, como los vinos de una bodega del valle del Loira, Terra Vita Vinum, donde me fascinó su Chenin Blanc: mineral, con nervio y viva acidez, de gran personalidad. Continuamos con los vinos de Edouard Confouron, cuyo sencillo Bourgogne 2023 resultó una delicia de fruta y mineralidad, con una Pinot Noir muy expresiva; excelente su Nuit-Saint-Georges ’23, amplio, carnoso, con un paso largo muy placentero; mas tánico fueron sus Gevrey-Chambertin, con notas de cerezas y su Vosne-Romanée, de gran carácter.
La bodega Domaine Tessier se ubica en Meursault, prestigiosa zona de la Borgoña productora de grandes vinos blancos de Chardonnay, que realizan una crianza en barricas con sus lías finas con removido mediante el battonage. Sus Meursault 1er Crú son sensaciones, jugosos, con cuerpo, de amplia frutosidad y viva acidez, que le aporta un vibrante final mineral.
Los pequeños productores italianos estuvieron bien representados con bodegas como Corte Marconi, de Valpolicella, en la región del Véneto, donde su variedad de uva tinta principal es la Corvina. Sorprende el color ligero, un rubí pálido de su Ròas ’23, un Valpolicella Superior, con notas de cerezas y elegante amargor, tan característicos de muchos vinos italianos. Muy bueno su Rhéba ’21, un Ripasso, es decir de uvas pasificadas durante entre dos a tres meses, seco y maduro, profundo con un tanino vivo y final muy largo y sabroso.
Otra sorprendente bodega de Valpolicella es San Dionigi, que fermentan sus uvas Corvina en ánforas y tanques de cemento (que reivindican para mostrar la fruta de sus vinos, como nos comenta Elettra Gugole, de la familia propietaria), un vino fino, redondo, sin el amargor que suele aportar la barrica. Sensacional es IGT Véneto Sangiovese, que durante 7 meses realiza una maceración carbónica y extrae toda su fruta fresca, de cerezas y moras. Un vino de placer.
Del Piamonte, en el norte de Italia, pudimos disfrutar de los vinos de la Cantina Rizzi, cuyo Nebbiolo ’22 resulto de amplia fruta golosa y con un tanino muy fino, para lo habitual de esta variedad tinta. Excelente su Barbaresco Nervo ’21, que madura 12 meses en grandes botas de roble esloveno y hormigón, muy gustoso, redondo, fino y largo. Así como su Barbaresco Rizzi ’21, amable, de fruta madura, tanino goloso, paso cálido y de gran personalidad. Su Riserva ‘19 es frutal y fluido, amable y fácil de beber, tan diferente a los recios Barolos de la variedad Nebbiolo, de su región vecina, que tardan años en madurar.
Siempre es una delicia catar los vinos húngaros de la bodega Oremus (Tempos Vega Sicilia). Me encantaron los blancos secos, a pesar que la fama de esta bodega son sus vinos dulces. Mandalás ’22 es un blanco de Furmit, con notas de hinojo, floral, con tres meses de lías, pero muy fluido y con carácter. Impresionante Petracs ’21, blanco seco de Furmit, con notas golosas de miel de brezo y toques cítricos de naranja amarga, de gran persistencia. No podíamos dejar de catar su vino dulce Tokaji 3 puttonyos, de 2019, goloso, untuoso y muy dulce, pero de equilibrada acidez y final acariciante, de gran placer.
Un Ribera del Duero de una pequeña bodega familiar llamo mi atención: Mélida Wines, próxima a Peñafiel, cuya primera añada es de 2018, que se alimenta de viñedos de altitud. Muy placentero Dos Alas Rojas ’21 de Tinta Fina y 24 meses de crianza en barricas de roble, con un paso cálido, pero amplia frutosidad, de final muy largo y gustoso. Impresionante su Eternauta ’22 (los propietarios son una pareja española y un argentino), con frutas rojas, notas mentoladas, muy vivaz y con carácter maduro, pero con un estilo de rabiosa modernidad.
Para quitarnos el tradicional complejo hispano, nada mejor que catar los vinos de Dominio de Atauta, bodega ubicada en la parte soriana de la Ribera del Duero. Siempre fue para mi una bodega emblemática, una de mis favoritas en la región, pero al catar sus vinos tras grandes borgoñas y vinos italianos, entendí por que nuestros vinos seducen en el mundo: una combinación de fuerza y elegancia.
Los vinos de Dominio de Atauta, de pequeños viñedos como el Llanos del Almendro ‘17 (viñedo a 950 metros de altitud) es profundo y muy mineral; Valdegatiles ’17 (viña de 140 años en suelos arcillosos) es amplio y denso, de gran personalidad; y mi favorito, La Roza ’17, (una viña doble centenaria en lo alto del monte sobre suelos calizos), posee una profunda frutosidad, gran acidez y excepcional mineralidad. Es el sumun de la expresividad de la viña vieja. Nada que envidiar.
Imposible catar todos los vinos de estos pequeños productores, que con sus seductores guiños nos invitan a descubrir su personalidad. Enhorabuena a Vins des Dieux por esta iniciativa que nos trasforma en viajeros cosmopolitas.
Jesús Bernad