Reportajes

6 diciembre, 2011

Maridaje: copas y cigarros puros

Es un placer disfrutar de la armonía entre los cigarros puros y las buenas copas.


El cigarro puro es un producto natural que gusta de participar en la mayor de las artes sociales de nuestra cultura: la sobremesa, hermanado a los sabores de las comidas degustadas y la copas que les acompañan; participando en la conversación como un velo aromático que abraza a los comensales, y los envuelve en un halo íntimo donde las palabras suenan más francas, donde el puro acompaña a nuestro destilado preferido.

 

Por ello es importante en la elección del cigarro idóneo, tras una buena comida, prestar atención al tiempo disponible de sobremesa y el estado de ánimo del fumador, antes de realizar nuestra elección de copa y puro. Si la comida es moderna, sofisticada, de pequeñas porciones y platos muy elaborados, es lógico que la elección del cigarro puro recaiga en un formato moderno y estilizado, no muy potente y terroso, sino más bien equilibrado en su riqueza aromática y sabores; mientras sí el puro elegido es de calibre grueso y gran fortaleza, al final de la comida obtendremos una sensación nada armónica con el espíritu del momento.

 

         

 

Una comida tradicional, copiosa, de sabores fuertes y contundentes, nos invita a continuar en esa misma línea: con un cigarro de humo denso, picante, terroso y de intensa fortaleza, que supere las fuertes sensaciones sápidas que nos han dejado los platos. Tras una comida de este tipo no tendremos las papilas gustativas preparadas para apreciar las sutilezas y delicadezas de aroma de un cigarro moderno y elegante.

 

La pauta principal para disfrutar de las mejores armonías entre los destilados y  los cigarros puros mantiene esta misma línea: un destilado muy sabroso, potente y de gran cuerpo, requiere cigarros de gran fortaleza y complejidad para que armonicen sus sabores, mientras que la línea más amable de puros, acompaña mejor a los destilados untuosos y redondos, como son los espirituosos de vino: Brandy de Jerez, Cognac y Armagnac.

 

Los vinos generosos y dulces de Jerez y Oporto, nos proponen un maridaje que empieza a contar con numerosos seguidores en nuestro país; mientras entre los aficionados británicos es conocida la tradición de armonizar sus puros habanos con Oportos vintage. En nuestro país, donde abundan los buenos fumadores de puros, podemos decantarnos por armonizar un puro de fortaleza media con un oloroso seco de largo añejamiento, o un untuoso Pedro Ximénez.

 

         

 

El ron añejo es el destilado que mejor acompaña a la mayoría de los cigarros puros, por tener un amplia gana de registros, desde los más suaves a los de mayor carácter por su larga madurez en barricas; también los whiskys Blended de Luxe y los Single Malt, son perfectos para maridar con puros con cuerpo y riqueza de sensaciones; mientras las potentes notas ahumadas de los Islay, tan solo acompañan bien a los cigarros de gran fortaleza.

 

En general las muy bebidas frías y gasificadas dejan insípido al cigarro, por mucha que sea la fortaleza que éste posea, como podemos comprobar al degustar un cigarro con aguardientes de orujo, vodkas, ginebras (Dry Martini), así como con cubalibres y gintonics, que al beberse fríos, diluyen el cuerpo y la riqueza aromática del puro.

 

No existe una receta universal, que podamos recomendar a los numerosos aficionados que gustan acompañar un cigarro puro con su espirituoso preferido; tan solo les invitamos a jugar con ambos placeres, y esperamos que descubran las mejores armonías entre los vegueros y las copas más distinguidas, las que más satisfagan a su gusto personal.

 

Jesús Bernad



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