Reportajes

9 enero, 2020

Ningxia, el paraíso del vino chino

China se encuentra ya entre los diez mayores productores de vinos del mundo.


 

 

En China ya existen 70 regiones de vinícolas protegidas, y entre todas ellas destaca una: Helan Mountain Easter Slope, en la provincia de Ningxia, de hermosos viñedos cultivados en la ladera este de las montañas Helan, en el centro norte del país. Viñedos protegidos, por esta alta cordillera montañosa, de los vientos fríos de Siberia y los más cálidos del desierto del Gobi; es una región muy seca, con una escasa precipitación, de unos 220 mm de lluvia al año (similar a Jumilla, en España), cuya falta de agua suplen con la irrigación del cercano Río Amarillo, cuna de la civilización china.

 

Fuimos invitados a Yinchuan (capital de Ningxia) a conocer de primera mano esta interesante región vinícola, a la vez que catamos sus mejores vinos en la Belt & Road Wine & Spirits Competition, amparado por el Concurso Mundial de Bruselas, donde el año 2018 la región de Ningxia recibió el 60 % de las medallas de todos los vinos chinos presentados. En este enorme país predomina el gusto por los vinos tintos, y sus principales referencias de uvas son francesas: Cabernet Sauvignon, Merlot, Syrah, y resulta muy prometedora la afrutada variedad tinta Marselan, que mantiene las hojas verdes durante los peores meses de sequía.

 

 

Sentíamos verdadera curiosidad por conocer la calidad real de los vinos de esta prestigiosa región, pues la experiencia nos decía que muchos de los vinos chinos pecan de inmadurez de las uvas en su vendimia, que se traduce en una sensación de verdor y desagradable amargor. Éramos conocedores que esta región había sido impulsada por el gobierno chino (en estos momentos en plena celebración del 70 Aniversario de la fundación de la República Popular China), que, tras cerrar las contaminantes minas de carbón de la zona, planteó a los empresarios, como alternativa, la elaboración de vino y el cultivo de viñedos en estos suelos pobres, arenosos, aluviales y de abundantes gravas.

 

Una de las primeras bodegas que visitamos fue Lan Cui Winery, fundada hace 8 años por el empresario y winemaker Shao Quing Song, cuyo abuelo ya cultivaba vides en la región.  Cuenta con unas 100 hectáreas de viñedo de varietales de origen francés, que cultiva en orgánico, con una producción media de 400 mil botellas al año (una bodega pequeña para los estándares chinos). Catamos su blanco Moonlight 2018 (96% chardonnay y 5% Moscato), muy fresco, y floral, sabroso y persistencia muy placentera; y su tinto Lilian 2015 (80% Cabernet Sauvignon y 20 % merlot), fino, especiado, goloso y equilibrado.

 

 

Ambos vinos muy placenteros, pero nos sorprende su elevado precio: 26 € y 30 € respectivamente, que nos hace pensar que es un producto de lujo para la mayoría de la población china. Shao afirma que el principal motivo de sus elevados precios son las inversiones en palacios y chateaux de las bodegas, pensados para atraer a los turistas. De todas formas, Shao es optimista: “la juventud china está tomando más vinos para diferenciarse de sus padres, que son más bebedores de baijiu, y por ello, tiene un gran futuro el consumo de vino en un país como China”. Empiezan a descubrir el mundo del vino ahora, tal vez por un deseo de satisfacción. Y nos confirma que su principal canal de venta es por internet, en especial en los grandes portales online Alibaba y WeChat.

 

Thierry Heins, director de Spirits Selection del Concurso Mundial de Bruselas, y organizador del concurso de la nueva Ruta de la Seda de Ningxia, afirma que “el vino es un producto aspiracional en China, que muestra status y una actitud diferente de la vida, más cosmopolita y sofisticada”. Por cierto, estos son los valores que más atraen al público chino del estilo de vida europeo. Junto a un grupo de expertos de vino internacional visitamos la majestuoso bodega Chateau Terroir (asesorado por el célebre consultor bordelés Michel Rolland), cuyas 300 hectáreas de viñedos ascienden hasta las laderas de la montaña Helen. Al otro lado se encuentra el desierto del Gobi y Mongolia. Esta bodega pertenece al gran grupo bodeguero chino Great Wall (Gran Muralla), y de esta marca disfrutamos de un vivaz chardonnay durante la cena.

 

 

La famosa bodega de champagne Chandon se instaló en el valle en 2012 para elaborar vinos espumosos por el método tradicional, plantando la variedad blanca Chardonnay y la tinta Pinot Noir. Nos sorprende ver el tronco tan fino de las cepas, inclinadas 45 grados. Leo Liu, el jefe de viticultura nos revela el motivo: en esta región en invierno se pueden alcanzar los 20º negativos (están plantadas a más de 1.000 metros de altitud), que podrían matar las vides; por ello, cuando termina el otoño, se entierran las cepas a mano, con un montículo de tierra que permite mantener viva la planta, y que son desenterradas en primavera, suponiendo un enorme esfuerzo. Por ello, no existen en la región viñedos de más de 20 años de edad, momento en que hay que replantarlos.

 

En Chandon la vendimia es manual, de racimos enteros, y comienzan a mediados de agosto, se prensan las uvas y a su mosto le inoculan levaduras para que fermenten durante unos 15 días; después realizan una segunda fermentación en la botella (como en ocurre en el cava), y madura un mínimo de 12 meses con sus lías y luego añaden algo de licor de expedición. Catamos su Chandon Brut (25 €) elaborado con un 30% de Pinot Noir y 70% de Chardonnay, de burbuja muy fina, afrutado, con buena crianza y final fresco. Un vino muy placentero que muestra el buen hacer de esta bodega en suelo chino.

 

 

Culminamos nuestro periplo en el valle de las Montañas de Helan, que con sus 90 bodegas, es la mayor concentración vinícola en China, visitando el imponente Chateau Changyu Moser XV, inspirado en el palacio de Versalles. La bodega pertenece al mayor grupo bodeguero chino, Changyu, asociado en esta bodega con la austriaca Les Moser. El representante de la XV generación de esta bodega, Lenz Moser es su asesor y espíritu de la bodega, considerada por el periódico Financial Times como la mejor bodega de China. Lenz llegó al país hace 15 años y se enamoró de esta región por las 3.000 horas anuales de sol, y de la piel gruesa de las bayas de uvas (más color, más tanino), que le hicieron pensar en el gran potencial de sus vinos. Afirma que China es un país lleno de energía.

 

Catamos sus vinos y son todos ellos muy placenteros de beber: Legend, es un blanco de cabernet sauvignon, muy afrutado, goloso pero fresco; el tinto Legend CS, un vino joven muy sabroso, de amplia frutosidad, buena acidez y final especiado. Sensacional su Moser Family Red 2016, con 2 años de crianza en barricas de roble, redondo, maduro, de largo y grato amargor final. Y sin duda el mejor es su Grand Vin 2016, 100% Cabernet Sauvignon, de suaves taninos, fluido y redondo, con el toque especiado de cedro del roble francés y gran complejidad. Lenz Moser afirma que Ningxia es el paraíso del vino, y apunta su objetivo más cercano: “En estos momentos el vino en China es un producto de lujo, y queremos democratizarlo”.

 

 

La belleza de la montañosa región de Ningxia, sus originales bodegas, algunas muy suntuosas, y sus placenteros vinos, nos hace pensar en el enorme potencial de la mejor región vinícola de China.

 

Les invitamos a probar algunos de sus mejores vinos, aquí reseñados, en los que empiezan a despuntar una atractiva personalidad regional.

 

¡Gambei!



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